¿Quién eres? ¿Qué me vas a hacer? ¿Por qué llevas bata?
¿Qué haces en mi cuarto? ¿Qué traes? No eres médico, ni auxiliar, ni enfermera. Pero llevas bata. Debes ser de “aquí”.
¿Y si nos dejas solos? Acabo de llegar, quiero estar con mis padres. Tengo sueño. Vete… pero no lo hagas sin antes decirme quien eres.
Soy compañía para tus ratos de soledad.
Soy paciencia para cuando sientas que quieres salir corriendo de aquí.
Soy puente entre los médicos y enfermeras y tú.
Soy lo que necesites, lo que necesiten tus padres y hermanos y cuando lo necesites. Estoy disponible.
Soy todo el respeto que mereces.
Soy el silencio que escucha tus lágrimas y tus risas.
Soy las manos que te enseñan a jugar, que ordenan tus juguetes.
Río contigo, lloro contigo, pienso en cómo enseñarte a volar, a aterrizar, a moverte por terrenos desconocidos. Soy solo uno de los muchos voluntarios de la Unidad. Puedes escoger al que más te haga reír, jugar, al que más te tranquilice y te guste su compañía.
Puedes presentarme a tus padres y juntos ayudarte a que mejores para irte a casa. Y cuando vuelvas aquí nos encontrarás con los brazos abiertos para llenar tu tiempo de juegos, de esperanza, de alegría.